Érase una vez un polinesio. Desde la muerte de su esposa, sus seis hijos fueron lo más importante en su vida, y pasaba mucho tiempo con ellos. Un día, decidió ir a pescar con ellos en la laguna. Juntos, recolectaron “pahua, maôa, vana” (caracoles y erizos de mar), y pescaron algunos peces, “paihere, roi, iihi” y “ume”. Feliz con el día, el papá ofrece un concurso de buceo para los niños: el ganador tendrá la mayor porción de “poe” en la cena. Los seis niños se zambullen juntos desde el barco.

Papá empieza a contar los segundos: Hoê, piti, toru, maha … (uno, dos, tres, cuatro …). Está muy orgulloso de sus hijos.

Mis hijos son los mejores, ¡todos son buenos buceadores!

Pero espera tanto que empieza a preocuparse. Ahora tiene mucho miedo por sus hijos

¡Ah! Mis hijos, ¿dónde están? Se han quedado demasiado tiempo en el agua!

Y desesperado, se lanza desde su bote llorando porque es imposible que los humanos permanezcan bajo el agua durante tanto tiempo que seguramente se ahogan. Se siente morir de dolor cuando, de repente, seis animales que nunca ha visto se ven brotar del agua. Hacen giros y caen al agua con grandes arcos. Nadan aparte de los peces, y vienen a respirar aire en la superficie del mar. Tienen grandes sonrisas en el pico y se ríen alegremente frente a él.

Él comprende de pronto que estos animales son sus niños, sus hijos que se han transformado. Los humanos no pueden permanecer tanto tiempo bajo el agua, pero sus hijos se han convertido en animales marinos y ahora pueden.

Y como antes eran humanos, hoy todavía, los delfines aman jugar con los humanos, descansar cerca de ellos y darles un poco de alegría. Ellos son los delfines, “te mau ‘ōu’a”, los saltarines.

Les compartimos ahora un video de delfínes en el paso de Tiputa en Rangiroa