Un polinesio te dirá que no se trata de creer o no creer, porque existen. Los tūpāpa’u son los espiritus que regresan, fantasmas errantes y todo mundo tiene una historia que contar sobre ellos porque regularmente les gusta codearse con los vivos.
Motivo por el que debes evitar caminar solo por la noche. Los polinesios también siempre dejan una lámpara encendida antes de acostarse, la luz los ahuyentará.
Las historias no dice si son buenos o malos, simplemente debes tratar de entenderlos o salir corriendo. La “fare tūpāpa’u” (literalmente la “casa de los espíritus”) era un lugar sagrado que daba la bienvenida al difunto.

Paul Gauguin se inspiró en estas historias, y en 1893 pintó “Mana’o Tūpāpa’u” (“El espíritu de viejos muertos”, también bautizado “Ella piensa en el fantasma”): en la pintura, el tūpāpa’u está representado por una persona vestida de negro al acecho en una habitación donde una joven mujer está acostada en una cama (presentamos la pintura al inicio de este artículo).

Además del tūpāpa’u, también debes tener cuidado con las mujeres de blanco que se paran al borde del camino, o en ciertas casas donde pasan su tiempo en su camino para ir al mar.

En la tierra de todos los espíritus, es sobre todo una duda (razonable) que se te puede revelar.

(Texto original de Rossane Aries, traducido por Reo Tahiti México)

Existen muchas otras historias de tūpāpa’u, entre ellas la que se relata en Tahitiheritage.com y les traducimos aquí:

Teatua oa es un tūpāpa’u de tamaño gigantesco que siempre descendió por el mismo camino de la montaña de Papara al mar. Destruía todo lo que interrumpía su paso.
Por ello, los más viejos siempre han evitado construir cualquier cosa que pueda obstaculizar su progreso.
Con el tiempo, todo se olvida y hace unos años, se construyó una casa en esta parcela familiar sin preocuparse por “estas viejas historias”.
La historia cuenta que a menudo por la noche, los habitantes de esta casa escuchaban pasos y que la puerta de esta casa fue derribada varias veces. Ahora la puerta permanece abierta y la situación es más tranquila.
En el jardín, una piedra coronada recuerda esta presencia inusual y protege las instalaciones de las intrusiones.