TAHITI
En el pasado distante, una fuerte hambruna afectó Tahití. Las personas tenían que conformarse con comer tierra roja y muchos de ellos murieron. Un padre torturado por el gemido de sus hijos, fue a las montañas en busca de alimento. Buscó comida durante varios días, sin éxito. Finalmente, casi con sus últimas fuerzas, descubrió los plátanos (fei) en un lugar muy distante. Feliz se apresuró a llevar el alimento a sus seres queridos, pero a su llegada descubrió que estaban muertos y que los restos de su familia daban vida a plantas que él no conocía. Él las cuidó y enterró para que pudieran seguir creciendo.
Las palmas de coco se levantaron pronto, y sus copas estaban cubiertas de fruta. Estos cocoteros dieron a luz a muchas variedades. Cuando Tahití y Moorea se cubrieron de semillas se dispersaron a nuevas islas y se multiplicaron aun hasta hoy.
MOOREA
Un hombre llamado “sol ardiente” y su esposa “plumas rojas”, tuvieron como hijos cabezas que se convirtieron en semillas de coco poco después del nacimiento. Estos trillizos fueron seguidos por el nacimiento de otro niño perfectamente constituido. Este último, cuando se hizo adulto, reunió a sus hermanos y hermanas y los plantó.
Los árboles crecieron hasta tal punto que sus frutos se volvieron invisibles y produjeron varias especies de coco. Pronto se descubrió que estos nuevos árboles y sus frutos eran muy útiles para el hombre y se plantaban en todas partes en Tahití y Moorea. De estos provendrían todos los cocoteros conocidos en la actualidad en las islas.
En la polinesia el coco ha sido base alimentaria y de construcción, es parte fundamental de la vida en las islas, por ello hay un sinnúmero de canciones al respecto, en esta ocasión les dejamos “E tumu ha’ari” de Te ava piti Tumu ha’ari a hi’o ana tatou teie purutu ua ahu oia i te ahu haari mã’uruuru , mãuruuu rahi te tatu
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